Paulino Ortellado guitarrero virtuoso.

Paulino nació en un paraje denominado El Odre situado dentro del monte donde escasean las lluvias, el 2 de septiembre de 1934, aunque fue anotado en el Juzgado de Paz recien el 25 de octubre. Su padre era don Ventura un ovejero, alambrador del oeste pampeano. Su madre lo crió junto a doce hermanos.

La década de 1930 es conocida en la Pampa Central, como la de “los años malos” por las sequías prolongadas, fuertes ventarrones que volaron la capa fértil de los suelos, caída de ceniza volcánica que dejaron sin pasto los campos, incendios forestales, la plaga de la langosta que devoraban los sembrados, que trajeron mucha pobreza, incremento del desempleo y escasez de ingresos.

Fue por eso y dado que los niños tenían que asistir a la escuela, dejaron El Odre y se trasladaron a un pueblo que tenía escuela, que se llama Carro Quemado. Se instalaron en un rancho, frente al almacén de ramos generales de Isidoro Orgales. La escuela quedaba a solo una cuadra y allí concurrió Paulino y sus hermanos. De esa escuela Nº 159 egresó con el 6º grado.

Su padre era esquilador y guitarrero, así que Paulino desde niño lo escuchaba tocar y cantar. Además se acercaba a los boliches a escuchar cuando aparecía algún guitarrero que tomaba copas en el mostrador. Su hermana le regaló una guitarra y Paulino se animó a pedirle a su padre que le enseñara. Don Ventura, le hizo traer la guitarra, y le enseñó como se hacía para afinar, después le dijo “ahora aprenda usted si puede”.

Y claro que Paulino pudo, porque cuando llegó con la familia a instalarse en Santa Rosa el año 1951, inmediatamente se vinculó con Reynaldo Santajuliana apodado “Sapo”, que era un guitarrero ya con fama, quien lo acercó a la música y le abrió el camino del aprendizaje de los secretos de la seis cuerdas.

Paulino nos dejó, antes de emprender su viaje para el silencio (10-12-2012) parte de su virtuosismo en tres obras tituladas “Ocaso” , “La Travesía” y “Para Volver”. Integró el denominado “Grupo Alpatacal” que formaron junto a los músicos y cantores Gerardo Molina, Roberto Yacomuzzi, Ruiz y “Tucho” Rodriguez entre varios otros que se fueron sumando. El grupo citado comenzó en los inicios de la década de 1980 y se disolvió el año 1995.

Dice Naldo Labrín un músico de Neuquén “¿Cómo fue la infancia de Paulino? Seguramente castigada y dura; sus ojos no sólo observan sino también denuncian. Su mirada es la prueba irrefutable de ser un hijo más de la infancia postergada, de haber ingresado, tempranamente a las fuerzas del trabajo y haber sorteado empleos diversos para finalmente ser un hombre de siete oficios como decía Yupanqui.”

Su amigo Julio Dominguez que lo conoció, lo trató y lo admiró, dejó escrita estas sentidas palabras: “En la guitarra de Paulino no ha pasado el viento sur, todos sus secretos quedaron en su caja de todas las rastrilladas que hay en La Pampa. Paulino toma las ideas musicales y las va puliendo como un padre cría a su hijo educándolo con la mayor dignidad posible. El no lo dice, pero tiene un pacto secreto con la tierra, lo ha enarbolado para quedarse flameando para siempre. Los que sabemos que sabor tiene la chaucha del caldén y de la manera que golpea el viento Sur que no le tapa el rastro a Paulino porque se le ha quedado en la tinajera azul de su guitarra para siempre. Los huesos ocuparán el lugar destinado que cada uno tiene en la tierra; pero la música cumplirá el rol que los dioses le asignaron, su inmortalidad en la memoria popular”.

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