El español Máximo García.

Un pionero de la alfalfa.

-En la imagen que ilustra esta nota, don Máximo García es la persona que está parado de perfil, en segundo lugar con saco blanco y pantalón oscuro. Es probable que haya sido tomada alrededor de 1923 y que esos lienzos de lana y cueros de ovejas hayan sido de su estancia Carro Quemado.

Este español llegó, al campo que había comprado al norte de Victorica, cruzando y entrando en la provincia de San Luis al que apodó “La Porteña”, dado que se había casado con Fidela López de esa procedencia.

A esa legua de tierra arribó con su arreo desde la localidad de Benito Juárez, provincia de Buenos Aires, con destino al Fortín Victorica según decía la guía, fechada el año 1887. Eso lo autorizaba a trasladar 5.700 ovejas, 100 vacunos y 100 yeguarizos. En ese predio va a estar produciendo lana y criando ovejas y vacas, hasta el año 1895 aproximadamente, en que arrienda una legua en la zona de “Liu carreta”.

Ese campo que después compró, fue la segunda propiedad para la ganadería ovina, cuyos precios habían trepado de o$s 2.08 los 10 kilos el año 1898, a o$s 3.93 el año 1906. Esos buenos ingresos explican la posiblidad de comprar más tierra en la cual comenzará su experiencia con la alfalfa. El suelo era especial para esa pastura porque tenía agua buena a poca profundidad y no de mala calidad como en La Porteña. Ya otros habían hecho su experiencia como el francés Amand Lernoud en su estancia “La Morocha” y el francés Alfonso Capdeville en su campo “Telén”, quienes habían pagado el costo del sistema de “ensayo y error“.

El agricultor.

Parece que el rinde de la primera cosecha fue alentador, y el retorno que obtuvo por la semilla que vendió fue muy bueno. Esto entusiasmó a don Máximo a continuar con la siembra de alfalfa y ya en 1904 adquiere una cosechadora. Esto indica que la rentabilidad del cultivo implantado daba para invertir en las nuevas tecnologías que habían aparecido en el mercado argentino.

García demostraba ser un buen productor agropecuario, pero quien además, luego de veinte años de estar en la zona de la pampa seca, tenía la virtud de observar, leer y sobre todo escuchar a los demás empresarios de esa comarca, muy distinta a la de la pampa húmeda. Cuando Capdeville obtuvo premio internacional por su semilla de alfalfa el año 1907, don Máximo abrió con sus hijos, sus yernos y sus empleados la nueva etapa. Alcanzar con su producción de alfalfa también el reconocimiento a la calidad que ya estaba presente en la zona.

Y así fue que cuando llegó el primer Centenario de la República Argentina, tuvo la gran satisfacción que la semilla de alfalfa cosechada en el campo “Carro Quemado” recibiera doble distinción: Medalla de Oro otorgada por la Bolsa de Cereales y Medalla de Plata concedida por la Sociedad Rural Argentina. Estos premios fueron precedidos por una anterior medalla de la Bolsa de Cereales el año 1909. Esto fue un gran aliciente para García que se arriesgó a participar el año 1911 en la Exposición Internacional de Turín (Italia), logrando alcanzar para regocijo propio, el de su familia y sus empleados, la medalla de oro.

Para el año 1913 todavía don Máximo recibió un nuevo galardón de la Bolsa de Cereales de la República Argentina con su semilla de alfalfa que seguía produciendo, aprovechando una buena lluvia del año 1912 de casi 600 milímetros en la zona de Victorica. Pero el secreto de García era que en su campo había lloraderos y vertientes de agua, estando la primera napa a pocos metros de profundidad. En cambio Lernoud se quejó ante el periodista Jaime W. Molins (1917): “Las napas corren de diez a quince metros, pero suelen estar a profundidades no menores de cien”.

Por eso se entiende que aún con lluvias muy escasas los años 1909 (300 mms) y 1910 (324 mms) según el registro del jefe del correo de Victorica, la tierra diera buena semilla. Pero además a García que entró último al negocio de la alfalfa le fue bien porque sus competidores abandonaron. Capdeville se fue a Mendoza a buscar minerales con unos socios ingleses y Lernoud, quien al comienzo había sembrado entre 6.000 y hasta 7.000 hectáreas, se desilusionó. Porque según su conclusión “la agricultura es una lotería” y se concentró en el mejoramiento de la ganadería vacuna, trayendo desde Inglaterra los primeros toros puros para cruzar con su numeroso plantel el año 1902

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