De carpintero a fotógrafo

El año 1910, durante el mes de septiembre el martillero público Eduardo de Chaperouge publicita en toda la zona del entonces Territorio Nacional de la Pampa Central, provincia de Buenos Aires y sur de Santa Fe el gran remata de tierras que se disponía a realizar por cuenta y orden de los hermanos Devoto.

Bautista Amé tenía tan sólo 15 años cuando desembarcó en el puerto de Buenos Aires. Provenía de Italia, procedía de la región del Piamonte y entre sus habilidades y conocimientos traía los del oficio de carpintero que había aprendido al lado de su padre.


Era el año 1904 cuando se alojó en el antiguo Hotel de los Inmigrantes y allí tomó contacto con otros italianos. Se decide por tentar suerte en Rosario, provincia de Santa Fe, que tenía mentas de ser una provincia de colonias. Pero él no se dedicó a la agricultura sino que se conchabó en la empresa Ferrocarril Central Argentino que uniría Rosario con la ciudad de Córdoba. Se lo tomó para trabajar en la Sección carpintería del Departamento “Vías y Obras”.

Es probable que las noticias del remate de lotes en la Pampa Central haya llegado a sus oidos, sobre todo su interés pudo haberse alimentado de la posibilidad de adquirir tierra pagadera en muchas cuotas. Efectivamente por ese mecanismo adquiere un lote donde levantará un galpón para la carpintería y una casa para vivir.

Frente con el nombre original que le asignó a su casa de fotografía en Ingeniero Luiggi

El año 1917 dejó el negocio en manos de una persona de su confianza y se marchó a Buenos Aires a capacitarse en el berretín de la fotografía. Estando en la capital de la Argentina donde tomó contacto con las nuevas tecnologías que estaban entrando por via de la importación, escribió el guión para una película que tituló “El Pañuelo de Clarita”.

En 1919 está de regreso en el pueblo de Ingeniero Luiggi y dispuesto a emplear los nuevos conocimientos que había adquirido para brindar más y mejores servicios para su clientela que había crecido.

Con las nuevas cámaras que adquirió filmó no solo en el pueblo sino en los alrededores inmuerables acontecimientos sociales, políticos y culturales.

Sus hijos se fueron incorporando a la empresa familiar, aprendiendo el oficio y sobre todo tomando a su cargo las tareas con las que obtenían más ingresos porque estaban a la altura de los fotografos de Buenos Aires. Una de esas tareas fue la de colorear a mano las fotografías en blanco y negro.

Durante casi sesenta años Amé realizó una tarea muy importante en el campo de la fotografía y a la par fue armando un archivo que con el correr el tiempo se transformó en la historia visual de la comunidad de Ingeniero Luiggi y su amplia zona de influencia. Por esta valiosa tarea recibió el Premio “Testimonio” del Gobierno de la Provincia de La Pampa el año 1999, entregado en el Teatro Español de Santa Rosa, capital de La Pampa.

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