PATRIMONIO HISTÓRICO DE VICTORICA

Victorica, está situada en el Departamento Loventué, dentro de la provincia de La Pampa, en Argentina. Es la primera población cristiana que fundó el Ejército Nacional cuando ingresó con la columna colonizadora, luego que la zona fuera desalojada por los aborígenes de la dinastía rankel, que huyeron para evitar la muerte en la masacre que se conoce como “Conquista del Desierto”, a quienes se les confiscaron las tierras, mediante despojo arbitrario.

Recién el año 1908 llegó la línea del Ferrocarril del Oeste que la acercó a los pueblos fundados posteriormente al este, como Eduardo Castex (1908) y General Pico (1905), a los de la provincia de Buenos Aires y fundamentalmente a la Capital Federal de nuestro país.

El ferrocarril nos trajo otra perspectiva y abrió la gran esperanza de llegar a desarrollar el pueblo, que hasta el Censo Nacional de Población de 1895 encabezaba la lista de los centros más poblados, porque en esos momentos estaban vigentes los proyectos de que por allí pasarían las líneas que unirían el puerto de Bahía Blanca con las provincias de Mendoza y de San Luis. Además todavía la misma empresa que administraba la línea que se había detenido en Telén, tenía abierto su proyecto de continuar atravesando el territorio hacia el sur en busca del río Colorado, alcanzar el Territorio del Neuquén y de allí pasar a Chile, porque la gran meta era unir el puerto de Buenos Aires en el océano Atlántico con puertos del Pacífico.

La casa en la quinta del italiano Pascual Mazzuco fotos del año 1962 y del 2014 

Junto con el ferrocarril llegaron muchos inmigrantes de distintas nacionalidades sobre todo españoles e italianos que se sumaron a los que habían sido los pioneros como algunos irlandeses, varios franceses y también sirios y libaneses.

Los españoles e italianos desempeñaron distintas actividades, entre ellas inaugurar las primeras quintas, donde cultivaron frutales y hortalizas para el consumo de la población y la venta en la zona y con el ferrocarril, más allá de los límites jurisdiccionales de Victorica.

Uno de esos italianos fue don Pascual Mazzuco que se hizo adjudicatario de cuatro manzanas de tierra fiscal para destinarlas a su gran tarea. “Los viduños fundadores, primitivos como los de Noé, datan de veinticinco años atrás”, dice el periodista del diario La Nación don Jaime Wenceslao Molins. El viaje de Molins se realizó el año 1916, por lo que los viñedos habrían sido implantados en 1891 aproximadamente.

En la foto de arriba a la izquierda se observa la casa de Mazzuco a principios de la década de 1960. Digamos que era de modesta construcción como se puede observar y se corresponde con una casa de campo construida en las afueras, o sea el suburbio de aquellos años, cuando el camino que la comunicaba con Telén pasada a una cuadra de allí. La foto de la derecha, es del mismo lugar y la casa ha sido totalmente reformada a través de las últimas cinco décadas. Por lo menos está en pie parte de su estructura y habitada por nuevo propietario.

Frente de la casa que perteneciera a don Luis Gómez, ex intendente, situada en la manzana enfrente a la plazoleta de la estación del Ferrocarril del Oeste

Esta otra propiedad perteneció a don Luis Gómez. Tiene un valor arquitectónico mayor que la anterior, porque esta fue construída, según dice el frontispicio, el año 1907, justo un año antes que llegase el ferrocarril, cuya estación se edificó a menos de una cuadra de este lugar.

La casa fue un Almacén de Ramos Generales, con algunas pocas habitaciones para dar alojamiento y al fondo la casa de la familia propietaria. Don Luis Gómez suplantó el 28 de enero del año 1909 como Intendente Municipal a don Enrique Alonso y permaneció en ese cargo hasta el 30 de junio de 1912, en que se hizo cargo don Augusto Iribarne.

Dice Jaime W. Molins en el libro citado: “Un caso concreto y que da la pauta de este desbarajuste, es el ocurrido a don Luis Gómez, viejo poblador de Victorica. Gómez, que tiene una hermosa casa edificada, posee dos títulos de propiedad de su terreno: uno, firmado por la municipalidad; otro por el Ministerio de Agricultura (Dirección de Tierras y Colonias). Un buen día recibe este poblador una nota de Tierras y Colonias compeliéndole a que en el término de treinta días arreglara su situación. De otra manera se daría por caducada su ubicación en el terreno. ¿Qué situación? ¿Se pretende, acaso, que este progresista vecino pague por tercera vez su terreno? ¿O es que esta odiosa situación no lleva miras de acabarse nunca?”

El periodista hace referencia al grave problema de dominio con la tierra en Victorica, tanto la urbanizada como la misma donde se instaló el pueblo y sus chacras y campos de alrededor. 

 Don Luis Gómez se hizo propietario de campo en la zona de la Colonia Emilio Mitre, el que mantuvo por lo menos hasta la década de 1960. Ya para ésa época estaba radicado con su familia en la ciudad de Santa Rosa, donde aún existen descendientes. Una de sus hijas fue directora de la Escuela Nº 1 en Santa Rosa en la década de 1980.

Aparentemente hay en estos momentos un ocupante, pero como se observa la parte de lo que fue el comercio se encuentra totalmente abandonada. Sería una verdadera lástima que se continuara deteriorando. Sabemos que los problemas sucesorios en familias con gran cantidad de hijos no es fácil de resolver, sobre todo cuando nadie quiere hacerse cargo de gastos para mantener las propiedades, que muchas veces se alquilan, pero son pocos los que cumplen con los impuestos nacionales, provinciales y las tasas de servicio municipales que pesan sobre las mismas.

Esto lleva en muchas ocasiones, a que las deudas se acumulen y sobre éstas se apilan los recargos por mora y después las contribuciones de mejoras, como el alumbrado a gas de mercurio, el pavimento, el agua potable, la red de cloacas, la red de gas natural, que el progreso en las condiciones generales de vida de la comunidad traen, van gravando más y más el inmueble. Como tampoco se hacen las reparaciones necesarias y suficientes, para mantenerlas en buenas condiciones de habitabilidad, comienzan a deteriorarse primero las aberturas de madera, luego los techos que se pican y el herrumbre termina por horadar las chapas y comienza la filtración de agua de lluvia que deteriora los cielorrasos y pisos de madera pinotea.

Frente de la panadería y casa de familia de don Nicolás Marzano, a la entrada del lugar conocido como “os Pisaderos”

Pero la que más ha sufrido el deterioro no sólo por el transcurso del tiempo, sino por el saqueo a la que ha sido sometida, es la que fuera la casa de familia y el negocio de la Panadería “La Vencedora” de Nicolás Marzano, el italiano que se instaló en una manzana a pocos metros de “Los Pisaderos”.

Esta propiedad fue alquilada varias veces a distintos panaderos. Recuerdo que en la década de 1950 el panadero era don Agapito Plaza, que trabajaba con Humberto Rivas. Pero a los pocos años Rivas puso su propia panadería frente al taller de Amadeo Palmieri. Además por la falta de agua en los pozos de la zona que se secaron, la construcción de nuevas viviendas se localizó de la plaza hacia el sur en lo que “Pelado” Gesualdi bautizó como “Barrio El Progreso“.

Parte posterior de la edificación de la familia Marzano, abandonada hace muchos años

Esta segunda fotografía muestra un sector del patio donde estaba la leñera, combustible con el cual se hacía andar el horno de la panadería y toda la calefacción de la casa y la cocina familiar. La puerta que se observa a la derecha era la de acceso a la “cuadra” donde se realizaban las tareas de fabricación de la galleta de campo, del pan en sus distintas clases y las facturas para luego introducirlas al horno para su cocción.

Lamentablemente se le han sacado practicamente casi todas las chapas del techo y también el horno, probablemente para venderlo. Los hermanos Marzano tenían además una pequeña quinta muy cercana a los ya desaparecidos médanos de la Victorica antigua. Recuerdo haber conversado con don Antonio y Julio en alguna de sus últimas visitas a Victorica en las décadas de 1970 y 1980.

Fragmento de parte de la cocina de la casa de familia del italiano Marzano que llegó primero a Telén

Esta era la antigua cocina de la familia de don Nicolás Marzano que falleció el año 1919. En la casa continuaron viviendo por algunos años su esposa y sus hijos, pero cuando llegó la década de 1930, por la escasez de trabajo, el alto desempleo y la pobreza que se instaló en la zona, la mayoría de ellos emigraron a Buenos Aires.

El único que quedó en el lugar fue don Miguel Marzano, quien trató de defender la propiedad e incluso que impulsó sus ideas para que en el predio de “Los Pisaderos” se realizaran obras para convertirlo en un parque histórico.

Cuando llegó el Centenario de Victorica, el ya envejecido Miguel desgranó ante los periodistas que lo visitaron innumerables historias lugareñas. Según contaba su padre había llegado en compañía del francés Alfonso Capdeville, con quien trabajó en varios negocios, incluso fue el que alambró las hectáreas de campo que adquirió en Telén.

“Marzano cuenta, y cuenta. Cuenta de la sólida amistad que entablara con la fortinera Juana Paz con quien sabíamos matear largo y tendido. Se trata de la misma Juana Paz que criara a uno de los hijos de José Racedo, el hermano del coronel que comandara la Tercera División.” (La Capital)

“En Victorica existía un centro socialista. Lo habían formado Los Marzano, el núcleo principal, y otros pocos vecinos humildes. Había en la casa de los Marzano una pequeña sala con algunos libros. Las reuniones,…se hacían en la cocina. Una cocina económica, a leña, una mesa escoltada por unos bancos largos de madera y un pequeño armario. Era todo el moblaje.” (Rodríguez Kessy)

“Los Marzano eran siete hermanos: Miguel, Pedro, Luis, Nicolás, Antonio, Francisco y Julio. Todos eran socialistas. Entre otros afiliados estaban Pagella, de profesión mecánico. Tenía su taller debajo de un chañar en el patio de su casa”.

Esta es indudablemente otra casa con mucha historia no sólo familiar sino comunitaria. Pero lamentablemente por las rencillas e intereses contrapuestos, sucesiones no realizadas, acuerdos imposibles, sus dueños dejaron de pagar los impuestos. Pero más allá de las responsabilidades familiares, también existe una despreocupación de las autoridades municipales que a lo largo de las décadas han dejado deteriorar estos bienes que conforman parte de la historia del primer pueblo pampeano, sin que se halla puesto en marcha un plan de protección a los mismos que los salve de la piqueta de la demolición, de los saqueos o de la ruina total por el transcurso del tiempo sin ninguna medida que repare o conserve las partes fundamentales del corazón de estas propiedades.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
Molins, Jaime Wenceslao: “La Pampa” edición año 1918
La Capital S.A. “Centenario de Victorica y La Pampa”, editado en Santa Rosa, enero de 1982.
Rodríguez Kessy, Cristóbal Cleto: “De la antigua escuela y otras historias”, Edición del Hijo. Buenos Aires septiembre de 2006.
Fotografías: Luis Ernesto Roldán febrero del 2014

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