“Lalo” Sosa el poeta pampeano de La Pastoril

“Para el esquilador Don Venancio Zárate“así escribió “Lalo” Sosa
 en el encabezamiento de esta zambita bien pampeana muy poco conocida y mucho menos difundida.

Zamba
“Con la guitarra en la mano
y un pentagrama en el alma.
Esquilador de mi tierra,
Yo te debía esta zamba.
Al golpe de la tijera
debajo de la enramada,
en el fogón de la esquila,
se le quema una esperanza.
Cuando se queda en el vino,
recostadito en el alba,
Venancio Zárate duerme
un sueño de ovejas blancas.
Hoy ya con setenta inviernos,
y sin ninguna esperanza,
anda esquilando en la vida,
las ovejas de la nada.
Talvez se muera sonriendo,
bajo el cielo de La Pampa.
Y nombrará su silencio,
alguna cruz olvidada.”
Letra y Música
Eduardo Sosa

Lalo en el Parque “Los Pisaderos” de Victorica con sus pilchas criollas

“Lalo” Sosa fue una persona muy observadora, gran amigo de la paisanada y sobre todo comprensivo de las situaciones y circunstancias que atravesaban los criollos del oeste en sus distintos oficios: peones, troperos, esquiladores, sogueros y otros similares. Un hombre con un gran corazón, al que no le gustaban las injusticias cumplió con la promesa a su amigo, escribiendo en ritmo de zamba no muy utilizado por los creadores pampeanos, exceptuando a Bustriazo Ortiz y Enrique Fernández Mendía..

Cuando escribió esta zamba (circa 1987) seguramente ya no quedaban, no sólo en el campo donde se había criado con su familia, sino también en los de los alrededores de la comarca de la Colonia “La Pastoril”; hacia los cuatro puntos cardinales, grandes majadas de ovejas, ya muy reducidas por supuesto, por efecto del puma, pero sobre todo por las crisis pampeanas y los ciclos económicos argentinos y mundiales.

Venancio Zárate había sido bautizado en el campo “La Esperanza” situado en el lote 17 de la Sección XVIII, por el cura italiano José Durando un 17 de mayo del año 1917. Lamentablemente no sabemos, porque no está consignado en el documento, a que Sección pertenecía el lote y tampoco el Departamento. Era hijo de Martín Zárate e Isidora Guanchul, siendo sus padrinos Antonio Rio Padre y doña Luisa Anchapil.

Su nombre Venancio, proviene del latín y significa “cazador” o “el cazador” o “amante de la caza”, es muy probable que haya sido sugerido por el cura Durando que sabía latín y que predijo de esa manera el destino que la vida le depararía al niño, basado seguramente por las costumbres de los padres y abuelos que pudo observar el Misionero. Hay además, dentro de la Iglesia Católica un San Venancio Fortunato que nació en las proximidades de Venecia y que llegó a Obispo en Francia.

Este Venancio del oeste pampeano al que le canta Sosa en cambio, provenía de madre del pueblo originario, era un mestizo; esquilaba a tijera, es decir era habilidoso como muchos paisanos que fueron ocupados para esos menesteres. Quien a pesar de haber nacido en “La Esperanza”, esa palabra que el poeta invoca en dos estrofas, anduvo esquilando ovejas ajenas, porque él no fue dueño de nada y ya, en el ocaso de su vida, se quedó “sin ninguna esperanza” de tenerlas.

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