Pioneros del primer fortín del oeste de La Pampa

El primer fortín que levantaron los soldados que llegaron al ichohue, fue al que siempre, desde 1968 en que se puso el monolito en Los Pisaderos, se nombra como Resina, pero que el 25 de mayo del año 1882 los jefes de la comandancia bautizaron la plaza de armas con el nombre de Benjamín Victorica, en homenaje al entonces ministro de guerra de la República Argentina.

Los soldados de ambos regimientos, el de caballería y el de infantería vinieron acompañados de sus familias, mujeres, jóvenes y niños. Eran criollos de las antiguas provincias, pero también un escuadrón de los denominados “indios amigos” de la tribu de Ramón Cabral.

Pero no debemos omitir, que junto a ellos venían en sus grandes carros de ruedas altas los abastecedores de víveres. La carne venía en los arreos de vacunos, ovejas y caballos, pero la harina, el azucar, la yerba, las bebidas, y otros comestibles no perecederos, eso venía en las bolsas dentro de los carros que tenían toldo para que la lluvia no perjudicase los alimentos.

Siempre nombramos a los más conocidos porque los investigadores los han rescatado como los italianos Lemme y Pistarini entre otros. Pero ellos regresaron cuando las tropas volvieron a los cuarteles a finales de 1887, mientras que los colonos continuaron llegando por las antiguas rastrilladas en busca de tierras para trabajar y hacer crecer su capital.

La réplica del mangrullo, desde donde el guardia daba la voz de alerta en caso de divisar en el horizonte personas en actitudes sospechosas, rodeado de caldenes el árbol típico del bosque tiene un trozo de muralla de palo a pique y delante el agua de la laguna que servía de defensa.

Precisamente uno de los que llegaron cuando la paz se había afianzado y que se quedó a vivir para siempre fue don Manuel Gatica, el abuelo del amigo Chiche Gatica, que llegó desde la provincia de San Luis con dos grandes carros tirados por mulas y se establecieron cerquita del fortín, por eso el comandante le dió una manzana de tierra para que plantara su rancho y su comercio a solo una cuadra de la laguna.

Según me contó el amigo Roberto “Chocho” Gatica, su padre trabajó con esos carros, luego que murió Manuel viejo en el traslado de mercaderías de todo tipo, hasta que llegó el Ferrocarril del Oeste en 1908. Antes habían acarreado postes, rollos de alambre y torniquetas cuando se alambraron todos los campos de la zona. De vuelta traían la lana y los cueros para las barracas de Telén y Victorica. Pero después trabajó en las grandes hachadas en las dos guerras mundiales.

Trabajaba al sur de San Luis y también en la zona de Caleufú y La Maruja, para luego bajar a la zona de la colonia Castex para hacer el traslado de las bolsas de trigo a la estación. Pero después llegaron los camiones y luego los acoplados al abrirse los caminos de las rutas nacionales 143 y 148. A veces traía olivillo para la municipalidad que lo echaba en las calles alrededor de la plaza para evitar el polvillo.

Finalmente cuando se abrió la Escuela de Agricultura y Ganadería de la Nación, el ingeniero Lassalle lo puso a Manuel como encargado de la vagoneta tirada por cuatro caballos percherones. Manuel vendió los animales y los arneses y luego volteó los ranchos que había en la mitad de la manzana. Los carros los dejó debajo de la sombra de los árboles.

Los carros ya eran antiguos y nadie tenía interés en comprarlos, hasta que apareció el intendente Raúl Kenny que andaba preparando en Los Pisaderos, lo que sería el escenario del desfile de jinetes, tropillas y emprendados así fue que los dos carros, luego de un pequeño ajuste que le hiciera don Félix Berasategui, fueron instalados allí en la loma.

Han pasado a la intemperie muchas décadas, sin un reparo adecuado así que de lo que fueron, solo están quedando los aros de hierro que envolvían las maderas de sus ruedas y algunas pocas tablas de lo que fue la caja y el pescante.

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