La Viuda Negra

Cuentos y leyendas de la Pampa Central.

Cuando niño, una de las
leyendas de “aparecidos” que escuchábamos en casa de nuestra abuela criolla,
nacida en la Villa de las Mercedes, devota del Sagrado Corazón de Jesús, era el
de una mujer que solía aparecer de noche en los caminos, toda vestida de negro.


Esa mujer era un “alma en pena”
decía doña Elina, casi con indulgencia, y proseguía su relato que probablemente
lo habría contado muchas veces en la chacra de Loventuel, alumbrada por sus
candiles y en noche cerrada. No se sí para meterle miedo a su hijo Marcial que
se le quería escapar a los bailes de Victorica cuando tenía poco más de veinte
años, todos los fines de semana, con el caballo picaso. Ella había quedado sola en la chacra por la muerte de Cirilo su
compañero, era la época de los grandes ventarrones que levantaban las nubes de
polvo que no dejaban ver a pocos metros. 



Estaba criando a dos niños más pequeños que
su hijo, uno era José, niño de doña Casiana que había quedado viuda también y el
otro era Anacleto Buenaventura, hijo de su hermano Fructuoso, que se perdió en
un campo al sur de San Luis y nunca más lo pudieron encontrar. Anacleto, el “Negro
de la Chacra” como le había apodado Marcial, tenía la costumbre de mentir sobre
sus escondites y paraderos, cuando a veces salía a caballo como a campear las ovejas y se “perdía”. No aparecía hasta que
ya estaba entrando el sol a la hora de la oración. Era la manía que había
ideado para escapar a las tareas que le habían asignado y zafar del esfuerzo. Pasa sus días en el Hogar de Ancianos “Marcelina Baigorrita” ya ciego. 


Este espectro fantasmagórico de la viuda negra tenía
la costumbre, afirmaba la abuela, -y ahí paraban la oreja los primos que habían
venido de Buenos Aires y que nunca habían escuchado la historia-, de ir con un
pañuelo negro cubriendo su cabeza y su rostro. Por eso es que la descripción
era que se trataba de una mujer alta, flaca, pero esbelta, que tenía la perversión de aparecer de pronto en un recodo del camino cuando el jinete menos se lo
imaginaba. O en una isleta de caldenes y chañares de donde salía de improviso.

El esperpento de la viuda negra
perseguía siempre a los hombres, de quienes se quería vengar, a los que
confundía, haciéndoles perder el rumbo. O los asustaba con su figura, cuando
alguno se le acercaba demasiado intentando verle la cara que no era más que un
cráneo de ojos hundidos y sus manos flacas sin carnadura pero con uñas largas.
Eran los “años malos” en la Pampa Central, había mucha hambre, solían andar
linyeras. Pero estos pedían algo de comer y que los dejaran pasar la noche y al
otro día desaparecían.


En cambio esta alma solitaria,
quería saciar su pena produciendo la muerte del hombre al que se le acercaba,
le metía miedo al caballo y lo hacía encabritar hasta que tiraba al suelo al
jinete o salían al galope arrastrando el sulky o el carro hacia los guadales o
barrancos.

Pero antes de producirle la
muerte al arriero, al mujeriego o al desprevenido borracho, quería saciar
primero su apetito vengativo, por eso buscaba seducir al incauto con cabriolas
que le permitían acercársele al caballo y montarse en el anca, hasta lograr que
la víctima muriese de un accidente, del espanto que le producía su esquelética
figura o del infarto a su corazón por el miedo aterrador que les despertaba.


NO CREAN QUE LO OLVIDO
recuerdo la luz mala siguiendo el alambrado
eran las ánimas
de aquellos que se ahorcaron
en los años de seca
los jinetes en los atardeceres
regresando al galope
a sus fogones
porque andaba la “Viunda”
inconsolable
gritaba desgarrada
y se enancaba
su abrazo era mortal
solo la consolaba la venganza
y a nosotras muchachas andariegas
cuidado con el Chancho
nos decían
si te atrapa no podrás regresar
él tiene su escondite
tras los médanos
y teje las mortajas con las babas del diablo
eso aprendí de niña allá en el monte
no crean que lo olvido
Toay, abril 14. En cuarentena.
Ana María Lassalle
PD: Agradezco a Ana María Lassalle que me ha permitido compartir en esta página de recuerdos de mi niñez junto con su hermoso poema.

One Comment on “La Viuda Negra”

  1. Gracias por acercarnos está historia. Particularmente soy una apasionada del misticismo y los relatos regionales, aquí en Santa Isabel tenemos otra "aparecida" le llaman "la maestra",los que la han visto lo han hecho sobre la entrada de La Pastoril.Ua le dedicaré algún relato.

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